30 julio 2011

Querido Diario

Querido Diario,

Ya no sé si soy yo, Doug, todavía. Como sin duda recuerdas de mi entrada anterior Bluffington ya no es como la recuerdo. Todo afuera está oscuro y no recuerdo la última vez que vi el sol. El silencio en la casa es opresivo. El aire es pesado y se junta en mis pulmones como humedad de la niebla.

Cada vez que miro hacia los focos parecen brillar más débil y amarillo. Tres de ellos se fundieron en los pisos inferiores. Como debes recordar, diario, Judy está encerrada en el sótano. Ella estuvo golpeando en la puerte fuertemente y gimiendo en esa voz que alguna vez fue humana por horas, pero ahora se volvió silenciosa. No me atrevo a abrir la puerta. Una vez, y sólo una vez, he intentado escuchar por ese portal; escuché una débil pero rasposa respiración de una garganta sangrienta y el toque de dedos en la puerta de madera. Judy - o lo que era Judy - luego azotó la puerta con lo que creo fueron puños y soltó una cacofonía de chillidos.

Tardó diez minutos en que todo se quedara en silencio de nuevo, y no puedo soportar provocarlo otra vez. Mamá y papá dijeron que debían ir a buscar ayuda e intentaron salir. Cerré y bloqueé la puerta detrás de ellos, como habían dicho, pero aún escuché los gritos - humanos e inhumanos - desde afuera. Nunca oí el motor del auto encender. Los tronidos y sorbidos continuaron por una hora. Había intentado confortarme a mí mismo con la compañía de Porkchop, pero de repente - sin razón que pueda descifrar - se volvió loco, dando vueltas en círculos y sacando espuma por la boca, ladrando a cada salida al exterior.

Él continuó su espiral a la locura al punto donde sentí la necesidad de liberarlo del tormento. Procedí a rodear su cuello con mi cinturón durante los momentos en que parecía dormir. Fue un alivio para ambos cuando él finalmente escupió sangre, chilló una vez, y cayó muerto. Todas las luces de la casa se apagaron repentinamente. Disculpa mi pobre escritura, diario, pues estoy escribiendo en total oscuridad. Puedo escuchar débiles sonidos de murmullos afuera. Tomando el teléfono no escucho nada, sin tono de marcado, tal cuál era en mi entrada anterior.

Mis ojos se están ajustando a la oscuridad. Mirando por la ventana puedo ver figuras negras retorciéndose, cuerpos humanos controlados por algo más. Sus movimientos son ágiles y flexibles, como no acostumbrados a sus propias formas pero inconscientes del dolor de las articulaciones torciéndose o la carne rasgándose. En el césped vecino puedo ver la gorda e hinchada forma de Bud Dink, con sus brazos torciéndose en bizarras direcciones en razón a un ser obsceno o deidad, o algo más allá de mi comprensión.

Temo ser el único en la ciudad que no ha sido afectado, o muerto. Puedo oír sonidos ahora, lo que serían pláticas, pero sólo vienen como lenguas desconocidas a mis aún ¿cuerdos? oídos, pero puedo reconocer voces. El craso aullido de Roger. El agudo chillido de Beebe. Los... altos y perfectos tonos de cantante de Patti. Mi querida y dulce Patti, en este asunto de maldad y horror. Sólo puedo pedir que la verdadera tú, Patti, se haya ido a algún lugar inalcanzable de esta insidiosa influencia.

"HONK HONK", escucho, haciendo eco por las calles y los cuidadosamente cortados céspedes. Así que él aún retiene algo de él. Tal vez porque él fue el primero, porque todo empezó con él. El amigable Skeeter. Pobre Skeeter. Maldito, Skeeter tan listo con sus resultados perfectos de IQ. Maldita su obsesión son esas runas. Él era el único que podría haberlo hecho. Si lo hubiera matado ese día como muy dentro de mi corazón sabía que debía hacerlo , todo esto se pudo haber evitado.

Mi cuerpo tiembla.

Mi mente se sacude.

Escucho un estallido. Las puertas del frente, debajo de mí, están abiertas. De repente, sonido llena la casa. Escucho a lo que era Judy golpeando en la puerta del sótano de nuevo, gritando para ser liberada incluso cuando sus rescatadores se abalanzan sobre las escaleras a por mí. El revólver en mis manos no podrá detenerlos a todos, y no quiero ver lo que vendrá después, de todas maneras. Puedo sentir que lo que venga será mucho peor que cualquier infierno de muerte por mano propia. Tú fuiste el único amigo capaz de confortarme en mis últimos momentos, diario.

Adiós...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario